Biofilia: ¿Cómo puede beneficiarme el contacto con la naturaleza si tengo cáncer?

Biofilia: ¿Cómo puede beneficiarme el contacto con la naturaleza si tengo cáncer?

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida… Para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido. 

 

D. Thoreau

Estos días de pandemia hemos visto, en las personas que venían a nuestras visitas, que es muy frecuente el que se planteen un cambio en sus vidas y lo que más destacaba de esa idea era la sensación que tenían que vivir una vida más conectada con la naturaleza de lo que estaban haciendo antes de que empezase todo lo relacionado con la pandemia. Esta situación es más evidente en las personas que están pasando por un proceso oncológico, que ya de por sí se plantean una necesidad de cambio en general.

 

¿Qué es la biofilia?

 

El término biofilia quiere decir “tendencia o amor hacia lo que está vivo” y proviene del latín bio que significa “lo vivo” y philia que es un tipo de amor fraternal que suele traducirse como amistad o afecto.

Es un término que se ha hecho popular después de que el biólogo Edward O. Wilson lo utilizase en su libro Biophilia[1], para expresar la capacidad de maravillarnos por la vida que nos rodea; aunque el término ya fue utilizado con anterioridad por primera vez por el psicólogo Erich Fromm para referirse a “la atracción por la vida”[2].

A partir de estos primeros esbozos, un grupo multidisciplinar se unió para ir más allá e investigar cómo la naturaleza puede ser indispensable para nosotros desde múltiples puntos de vista, que van desde el evolucionista, pasando por el cognitivo, el estético e incluso el espiritual.

Con ello nació la denominada “hipótesis de la biofilia” plasmada en el libro The Biophilia Hypothesis que fue publicado en 1993 y editado por Stephen R. Kellert y Edward O. Wilson[3].

 

¿Cómo puede beneficiarnos tener un contacto más directo con la naturaleza?

 

Para nosotros, que vivimos bajo la influencia de lo que podemos denominar la “condición urbana”, con una desconexión con el entorno alarmante, la hipótesis de la biofilia es fundamental. El ser humano ha ido separando, a través de la razón, el objeto y el sujeto.

 

Con ello, se ha visto separado del entorno que habita[4]. Al avanzar por las ramas de la escala filogenética los seres vivos se vuelven cada vez más complejos, se especializan y se independizan de su medio cada vez más, pero solamente de forma relativa, y las reacciones que originalmente tienen lugar con respecto al ambiente exterior van desplazándose progresivamente hacia el interior del organismo.

 

En realidad, cuanto más autónomo e independiente es el organismo mayor es su dependencia de los estímulos procedentes del exterior; de hecho, tenemos la necesidad de la dependencia ecológica para poder asegurar nuestra propia independencia[5].

 

En definitiva, la pérdida de conciencia de nuestra siempre real e íntima conexión con el entorno dinamita nuestro ser más profundo y nos hace sentir mal, sin saber que, en el fondo, sufrimos no por una desconexión que en realidad no existe, sino de una falta de conciencia de esa conexión que nunca se ha perdido ni se puede perder.

 

Estamos acostumbrados a funcionar en modo “sobrevivir” y nos olvidamos de “vivir”, más ahora con el pánico que puede producir la pandemia que estamos experimentando[6], pero en el fondo queremos darle la vuelta al asunto. Por ello, cuando queremos cambiar hacia algo que consideramos mejor, la opción biofílica y la necesidad de una conexión más íntima con nuestro entorno natural, del cual formamos parte, aflora rápidamente.

 

Por otro lado, en un mundo en el cual la ciencia apremia, cada vez es más frecuente encontrarnos con investigaciones que demuestran que el contacto más directo con la naturaleza beneficia la salud humana. Por ejemplo, se ha visto que una caminata por el bosque puede hacer disminuir la ansiedad, regulando las cifras de tensión arterial y también los niveles de adrenalina en la sangre, mejorando la concentración y la memoria o reduciendo, en definitiva, la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares[7].

Estos descubrimientos han motivado a múltiples profesionales que ya están introduciendo el contacto con la naturaleza con fines terapéuticos. El shinrin yoku o “baño de bosque” en Japón y los diversos lugares en los que se practica la denominada “ecopsicología” y la “ecomedicina” o la “ecoterapia” son cada vez más conocidos y están formando parte ya de una demanda social, como está ya empezando a suceder en nuestro país, logrando con ello abrir la consciencia a esa conexión íntima con el entorno o con la naturaleza que siempre ha existido, existe y existirá.

[1] Edward O. Wilson, Biophilia, Cambridge, Harvard University Press, 1984.

[2] Biophilie; Liebe zum Lebendigen (Biophilie), en: https://fromm-online.org/biophilie-liebe-zum-lebendigen-biophilie/  [consultado 29/5/2020]

[3] Kellert S.R. and Wilson E.O. (eds), The Biophilia Hypothesis, Washington, Island Press, 1993.

[4] Carl Fingerhuth, Learning from China: The Tao of the City, Basel, Birkhäuser, 2004, p. 56.

[5] Edgar Morin, L’an I de l’ère écologique: La Terre dépend de lhomme qui dépend de la Terre, Paris, Éditions Tallandier, 2007, ps. 14 y 30.

[6] Byung-Chul Han, El pànic pel virus és exagerat, en: https://www.vilaweb.cat/noticies/byung-chul-han-el-panic-davant-el-virus-es-exagerat/ [consultado 20/5/2020].

[7] Ephrat Livni, The Japanese practice of forest bathing‘ is scientifically proven to improve your health, en: https://qz.com/804022/health-benefits-japanese-forest-bathing/ [consultado 20/5/2020].

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Artículo redactado y validado por:

Dr. Jordi Vila

(Médico de Familia y homeópata). Área de ecomedicina y medicina de la complejidad en Imohe.

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