Por una situación de estrés se entiende, cualquier evento mental y/o material “real” percibido como amenazante o desafiante que pueda generar una reacción fisiológica de activación simpática (la activación simpática es una reacción automática del cuerpo ante un evento estresor, que suele caracterizarse por: taquicardia, sudoración periférica, dilatación de las pupilas, tensión muscular, sensación rara en el estómago, sequedad de boca, etc., para preparar al organismo a defenderse).
En el presente artículo no vamos a hacer referencia a la fisiología del estrés, sino a la parte conductual y perceptiva del mismo.
El estrés y la ansiedad son dos vivencias disadaptativas que están muy presentes actualmente en el ámbito de la salud mental. Por este motivo es tan importante estar atento a la aparición de los primeros síntomas para combatir el estrés lo más pronto posible.
Para saber si estamos viviendo un periodo de estrés, sobretodo, tenemos que prestar atención a dos síntomas que se caracterizan por su rápida aparición después de una situación estresante: cómo dormimos y cuál es nuestro nivel de irritabilidad. Otros síntomas físicos también a tener en cuenta son: el dolor de cabeza, el cansancio, la falta de concentración, el abuso de alcohol y alteraciones de la salud intestinal, que en muchos casos son de una aparición posterior.
Para saber cómo aliviar el estrés y mejorar la ansiedad a nivel psicológico hay que estar atentos a la gestión de los pensamientos negativos. Lo que diferencia a una persona que vive sin estrés es cómo maneja la ansiedad, es decir, cómo gestiona la calidad de sus pensamientos y el imaginario de su mundo interno.
Después de analizar diferentes comportamientos para entender cómo las personas calman la ansiedad, vemos que destacan dos técnicas para controlar el estrés o, mejor dicho, dos fases de gestión interna.
La primera fase consiste en observar cómo nos sentimos. Al abrir una puerta a actuar sobre los pensamientos negativos, el cuerpo percibe que puede actuar sobre la situación amenazante. Al recibir dicha información, el cerebro ayudará a calmar la ansiedad reduciendo sus síntomas, por ejemplo, estabilizando el ritmo cardíaco. Una de las principales acciones que podemos integrar en esta primera fase y, como veremos posteriormente, también en la siguiente, es la meditación.
Respirando profundamente y observando el momento presente, aprenderemos cómo relajar la mente y pacificar nuestro mundo interno.
En esta primera fase es muy importante remarcar la importancia de la figura de un psicólogo, ya que nos ayudara a interiorizar técnicas de relajación para el estrés más adecuadas para cada persona y, si fuera necesario a reducir la traumática que hay detrás de la ansiedad.
La segunda fase consiste en organizar nuestro día a día. Darnos cuenta de las tareas que realizamos durante el día y quizás eliminar las más “perjudiciales” desde el punto de vista adaptativo. Tomar decisiones constructivas y que organicen nuestro tiempo, ayudará a esponjar el tiempo para añadir acciones y/o actividades placenteras que reduzcan el estrés cotidiano.
Una de las primeras actividades que contribuye a reducir y combatir los efectos del estrés después de una situación estresante, es la actividad física. El ejercicio físico no solo ayuda a reducir la activación hormonal que produce la ansiedad, sino que ayuda a liberar neurotransmisores que favorecen la activación del sistema nervioso parasimpático (que es el sistema que ayuda a relajar el organismo y regenerarlo).
Hay que destacar también que, cuando hablamos de cómo manejar la ansiedad, pocas veces hacemos hincapié en la importancia que tiene nuestro intestino y, aunque en este artículo no vamos a profundizar en ello, es importante saber que una de las primeras acciones que podemos tomar para combatir dicho estrés, es poner atención a nuestra alimentación.
Como conclusión, es importante remarcar que, si después de usar estas herramientas se mantiene un nivel de ansiedad considerable o interferente con una buena calidad de vida, hay que visitar a un psicólogo: al igual que un estrés mantenido durante un tiempo aumenta el riesgo global de lesionar la salud, el estar atento a las primeras señales de estrés y tratarlo, lo reduce drásticamente.
Artículo redactado y validado por:
Ramon Gibert
(Psicólogo y nutricionista). Unidad de Psicología holística y psicosomática en Imohe.
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