Hoy en día se está hablando mucho de los denominados “disruptores endocrinos”; pero… ¿qué son y porqué pueden ser perjudiciales para nosotros?
Se trata de una serie de sustancias químicas que son capaces de incidir en nuestro sistema hormonal y producir alteraciones en su funcionamiento normal, lo que puede llegar a causar diferentes problemas de salud.
Diferentes estudios epidemiológicos han puesto en evidencia la incidencia de los disruptores endocrinos en la disminución del número de espermatozoides en el hombre, la aparición de endometriosis en la mujer, alteraciones en el desarrollo del aparato reproductor como criptorquidias e hipospadias, pubertad precoz en mujeres, alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso central, trastornos del comportamiento, déficit de atención e hiperactividad, trastornos metabólicos como la diabetes o la obesidad, hipertensión arterial, alteraciones en la glándula tiroidea y también ocasionar una mayor incidencia de diferentes tumores hormonodependientes como pueden ser el cáncer de mama, el cáncer uterino o de ovarios en la mujer y el de próstata o el testicular en el hombre.
Hay que tener en cuenta que el efecto de las sustancias químicas en el sistema endocrino es acumulativo y puede ser transmitido por la madre a sus descendientes sin, aparentemente, causar ninguna manifestación; por lo que las consecuencias se observarán al cabo de mucho tiempo.
Además, la dispersión de estos contaminantes en el medio ambiente a través de vertidos y emisiones industriales ya hace mucho tiempo que está causando problemas de salud en la fauna y está dejando una herencia nefasta para nuestro futuro ambiental.
Se trata de ftalatos, furanos, pesticidas como el DDT o el lindano, policloruros de bifenilo, dioxinas, estireno, PBC, PBDE, PBB, bisfenol A, disolventes como el tetracloroetileno, entre otros y los podemos encontrar en nuestra vida cotidiana en los plásticos, ambientadores, productos cosméticos y de limpieza, compuestos antiadherentes, aparatos electrónicos, materiales para la construcción y la decoración, juguetes, electrodomésticos, ropa, envases de muchos alimentos e incluso en algunos alimentos que contengan fitoestrógenos o micoestrógenos.
El riesgo es tan grande que hemos de hacer todo lo posible por eliminar estos productos y animarnos a buscar activamente alternativas más seguras.
Además, podemos eliminar muchos tóxicos con un ejercicio óptimo que nos haga sudar o aprovechar los beneficios detoxificantes de la sauna, mantener un ritmo deposicional adecuado y, por supuesto, además de consumir alimentos orgánicos que no contengan estas sustancias, comer alimentos que ayuden a nuestra detoxificación natural, como pueden ser las verduras, en especial las coles, la coliflor, el brócoli y también las cebollas, el ajo o la levadura nutricional.
Artículo redactado y validado por:
Dr. Jordi Vila
(Médico de Familia y homeópata). Área de ecomedicina y medicina de la complejidad en Imohe.
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