Los hongos vienen siendo utilizados desde hace milenios en la Medicina Tradicional China, pero no ha sido hasta hace poco que se han estudiado científicamente y empezado a utilizar en occidente, en lo que viene a denominarse micoterapia. Uno de estos hongos es la gírgola.
La gírgola o Pleurotus ostreatus, también denominada champiñón ostra o pleuroto en forma de ostra, es una seta cada vez más habitual en nuestras mesas por su valor culinario. Pero, recientemente, se han puesto en evidencia sus valiosas propiedades medicinales.
Es una seta que puede crecer en la superficie de tocones o en los troncos de árboles de madera blanda de nuestros bosques, como pueden ser el haya o el chopo; aunque, en general, se cultiva en todo el mundo.
Múltiples trabajos han demostrado que la ingesta de la gírgola reduce los niveles de lípidos en sangre de forma significativa. La acción se realiza mediante la vía metabólica del Citocromo P450 3A4 o CYP3A4. Así mismo, en el intestino humano, la quitina de la pared celular de sus hifas se transforma en quitosano, que ayuda a unir las sales biliares e influye en la absorción de las grasas, además de ser un agente antimicrobiano y antihemorrágico. También puede reducir los niveles de glucemia.
Además, como otras especies del mismo género, tiene también una importante acción inmunomoduladora y antioxidante, ya que activan la actividad de la catalasa, la superóxido dismutasa y la glutatión peroxidasa, todos ellos potentes antioxidantes. Por ello se le ha considerado un buen agente anti-aging. La gírgola también es una importante fuente de selenio.
Estudios recientes han puesto en evidencia su capacidad inhibitoria del virus VIH y también su posible eficacia en el tratamiento de infecciones por Staphylococcus aureus o en la aspergilosis y otras enfermedades producidas por hongos.
Los betaglucanos que contiene tienen un importante papel inmunomodulador, mejorando la inmunidad innata no específica y la inmunidad adaptativa o adquirida.
Por otro lado, prometedores estudios in vivo han demostrado su posible eficacia en el tratamiento y la prevención del cáncer, por su acción antiproliferativa y proapoptotica, en especial en el cáncer colorectal y en el cáncer de mama.
Se recomiendan de 10 a 15 gramos al día en la forma seca y de 2 a 3 gramos al día de su extracto.
Solamente hay que tener presente la posible interacción en las personas que están siendo tratadas con inhibidores de la proteasa, un grupo de medicamentos antivíricos como el ritonavir o el indinavir, también los inhibidores de ciclinas, inhbidores de EGFR, alectinib, inhibidores de PARP, irinotecan, lenvatinib, sunitinib, tamoxifeno, vincristina o paclitaxel, ya que actúan a través de la misma vía metabólica (CYP3A4).
Artículo redactado y validado por:
Dr. Jordi Vila
(Médico de Familia y homeópata). Área de ecomedicina y medicina de la complejidad en Imohe.
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