Los cuidados del Cuidador

Los cuidados del cuidador

Empezaré el artículo de este mes haciéndote una pregunta para invitarte a reflexionar: ¿quién cuida de la persona encargada de cuidar?

Ser cuidador no es tarea fácil. Cuidar de un ser querido con problemas físicos, enfermo o acompañarle en la enfermedad es un proceso tan gratificante como desgastante. Permite estrechar el vínculo entre cuidador y paciente, compartir tiempo juntos de calidad y nos sentimos útiles y valorados. Sin embargo, el cuidador es el gran olvidado dentro del ámbito de la enfermedad y, en este caso, del cáncer.

Es muy difícil encontrar recursos y grupos de apoyo para cuidadores que, en muchos casos, además, son personas de avanzada edad con dificultades propias. Todo esto hace aún más costoso, si cabe, cuidar de una persona dependiente.

En los últimos años, parece que la dificultad y el sufrimiento del Cuidador está más presente en las personas que acompañan en la enfermedad y, esto, se ha reflejado en terapia. Cada vez acuden más familiares y cuidadores pidiendo ayuda psicológica al ser más conscientes de lo que supone para ellos a nivel emocional. Pero, ¿por qué?

 

El Cuidador durante la enfermedad

 

El Cuidador se encarga de satisfacer necesidades y el cuidado de la persona dependiente, necesidades que pueden ser bastantes para poder contribuir con una buena calidad de vida.

Por un lado, atienden aspectos básicos relacionados con la higiene, la alimentación o desplazamientos cortos en el domicilio. En otras ocasiones, se encargan de ser el “instrumento” para realizar tareas del hogar, desplazamientos, administrar la economía, suministrar la medicación y realizar las curas, por ejemplo. Por último, una de las cargas más importantes emocionalmente hablando reside en el apoyo que le brindan al paciente a través de la escucha, la comunicación o las muestras de afecto.

¿Cómo se puede soportar tanta carga durante tiempo indefinido cuando, muchas veces, somos los cuidadores los que nos cuidamos los últimos y no solemos pedir ayuda? ¿Qué pasa si, además de esto, coexiste con la muerte anticipada de la persona que tanto queremos, siendo testigos de su deterioro?

 

El mundo interno del cuidador

 

Ser cuidador es una gran carrera de fondo. Y enfrentarse a tantas cosas y, todas ellas tan importantes, genera agotamiento y sufrimiento emocional.

Cuando un miembro de la familia tiene cáncer y otro tiene que cuidar de él y acompañarlo, se producen cambios en los roles familiares, en las rutinas, en las relaciones sociales y laborales y, en muchas ocasiones, a nivel económico. Esto hace que el cuidador tenga que adaptarse a diferentes realidades nuevas (ser Cuidador, encargarse de la economía, organizar las tareas del hogar…) que puede vivirse con ansiedad y, a veces, desembocar en un trastorno adaptativo.

El mundo interno del cuidador

Es habitual que, desde el rol de Cuidador, renunciemos a ciertos hábitos saludables y actividades que nos equilibraban la balanza del bienestar. Dejamos de hacer deporte, a veces restringimos los encuentros sociales, nos privamos de ir al cine y un sinfín de cosas más. Sin darnos cuenta, ponemos en peligro nuestro valor emocional y nos volvemos más vulnerables.

 

¿Hasta dónde podemos llegar? La Claudicación Familiar

 

Dedicarnos tanto a cuidar del otro e ir prohibiéndonos de relaciones y actividades reguladoras, va alimentando nuestra sobrecarga y, también, nuestra tristeza.

Imagina cómo esta mochila que cuelga de los hombros del Cuidador va llenándose cada vez de más piedras grandes, haciendo que su ritmo se ralentice y se sienta cada vez más pesado y más hundido. Imagina cómo poder caminar con esta mochila, sujetando también la de tu ser querido, la de su enfermedad y a veces, la de su fallecimiento.

Parecería algo descabellado plantearse, en momentos tan críticos donde nos sentimos indispensables, salir a tomar un respiro, hacer deporte o llamar al fisioterapeuta para atender nuestras contracturas musculares. En este momento es cuando la culpa, se vuelve más presente y nos ata cada vez más a la tarea de cuidar.

Cuanto menor sea el permiso que nos demos para cuidarnos y reequilibrarnos, mayor será la sobrecarga y el riesgo de Claudicación Familiar. Este síndrome es bastante habitual en Cuidadores principales, haciendo que se desvinculen de los cuidados y se distancien de su familiar por completo. El psicooncólogo debe atender este aspecto en el Cuidador ya que, si llegamos a este punto y su familiar fallece, puede hacerle sentir muy culpable por “desconectarse” y patologizar su proceso de duelo.

 

Toma nota: “Cómo cuidarte para cuidar”

 

Es importantísimo mantener las rutinas siempre que puedas, las actividades gratificantes y placenteras.

Pon límites a los cuidados para evitar la sobrecarga, por ejemplo, dando más autonomía a la persona que cuidas y dejándole realizar las tareas que aún pueda desempeñar. Así también le ayudarás a mantenerse activo y sentirse importante y valioso.

Pide ayuda si lo necesitas y apóyate en los demás: amigos, familiares, conocidos y profesionales.

Si con todo esto no es suficiente, pide apoyo psicológico. El psicooncólogo puede brindar ayuda profesional para que puedas convivir con tus emociones, planificarte, identificar las situaciones conflictivas, combinar los cuidados y las tareas placenteras o mejorar tu higiene del sueño, entre otras cosas.

Si estás cuidando de alguien importante para ti, es importante que cuides de ti primero.

Es necesario cuidarse, para poder cuidar.

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Artículo redactado y validado por:

Marta Garrido

Marta Garrido

Psicooncóloga.

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