Se conoce como EGFR el gen que produce una proteína llamada receptor del factor de crecimiento epidérmico (epidermal growth factor receptor – EGFR en inglés). Dicha proteína tiene una implicación relevante en distintos fenómenos como multiplicación y supervivencia celular.
En el caso de encontrarse mutada, implica una ganancia de función y por tanto una pérdida de control a nivel celular, conllevando el crecimiento tumoral. Su papel es tan relevante en enfermedades como el cáncer no microcítico de pulmón, que es considerada como una mutación conductora (driver en inglés) en el tumor.
El cáncer de pulmón EGFR mutado es uno de los tipos más habituales en pacientes que nunca han fumado, o bien su exposición ha sido leve. De hecho, el cáncer de pulmón EGFR mutado representa en torno a un 12-15% del total de nuevos casos de cáncer de pulmón no microcrítico.
Este porcentaje aumenta hasta llegar a un 40%-50% en pacientes con adenocarcinoma pulmonar que nunca han sido fumadores. Por otro lado, se desconoce el motivo por el que las células presentan esta mutación, y por este motivo, a día de hoy no existe ninguna posible prevención.
No. El hecho de que sea una enfermedad relacionada con una mutación genética no significa que sea hereditaria. De hecho, hasta la actualidad no existe evidencia de transmisión materno-fetal.
En el caso de que presente un diagnóstico de cáncer de pulmón no microcítico avanzado, y principalmente si el tipo histológico es adenocarcinoma, siempre se ha de realizar la determinación de la mutación del gen de EGFR antes del inicio del tratamiento.
Se puede realizar sobre una muestra de tejido tumoral (habitalmente una biopsia bien de la zona pulmonar afectada por el tumor, o bien de alguna otra localización invadida) y más recientemente se ha validado la determinación en muestra de sangre. El resultado puede tardar unos 3-5 días de forma habitual.
No. Las mutaciones más frecuentes de EGFR son las que se encuentran en los exones 19 (deleciones del gen) y 21 (mutación puntual L858R). Dichas mutaciones, que suponen aproximadamente un 90% del total, se asocian con sensibilidad a fármacos dirigidos. Existen otras mutaciones más infrecuentes, localizadas en los exon 18 y 20, que se asocian a una menor sensibilidad a tratamiento dirigido y por tanto a un peor pronóstico.
Sí, lo es. Además de determinar la posible presencia de una mutación en EGFR, de forma rutinaria se han de analizar el gen de ALK y de ROS1, y se ha de medir la expresión de otra proteína llamada PDL1.
En el caso de que su tumor presente una mutación en EGFR, el tratamiento de entrada será en base a fármacos inhibidores directos de dicha proteína, lo que se conoce como terapia dirigida. Son tratamientos que se administran vía oral, con frecuencia diaria, mucho mejor tolerados que la quimioterapia estándar y más eficaces.
En España en la actualidad existen 5 fármacos inhibidores tirosin-kinasa contra EGFR que han sido aprobados y pueden ser prescritos por su oncólogo. Dichos medicamentos son erlotinib (Tarceva®), gefitinib (Iressa®), afatinib (Giotrif®), osimertinib (Tagrisso®) y más recientemente dacomitinib (Vizimpro®).
Son fármacos globalmente bien tolerados. No se asocian a alopecia, ni a descenso de las defensas, ni a alteración del gusto o el olfato, que son algunas de las toxicidades clásicas de la quimioterapia. Por contra, lo típico de estos fármacos son efectos secundarios en forma de diarreas, mucositis oral (llagas en la boca) o paroniquia (infección de la zona de la piel cercana a las uñas de las manos y los pies).
Cualquiera de las opciones de tratamiento mencionadas es válidas y pueden ofrecer control de su enfermedad. Sin embargo, disponemos de datos de eficacia de osimertinib (comparado con erlotinib o gefitinib) en los que se demuestra una mayor supervivencia, y además asociada a una incluso mejor tolerancia. Por ello, osimertinib es considerado como el fármaco de elección en primera línea de su enfermedad.
Lamentablemente, no. Este tipo de tumores, aún llegando a poder controlarse de forma sostenida durante tiempo (muchos meses, incluso varios años en algunos casos), nunca llegan a eliminarse por completo. La enfermedad desarrolla resistencias al fármaco y ello implica un empeoramiento clínico y la necesidad de un cambio de tratamiento.
Artículo redactado y validado por:
Dr. Alejandro Navarro
Médico Oncólogo. Grupo de Oncología Torácica. Hospital Universitario Vall d'Hebron.
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