Uno de los efectos secundarios frecuentes de los tratamientos contra el cáncer es la caída del pelo. Aunque este efecto secundario en la mayoría de los casos es reversible, en ocasiones causa un importante impacto emocional, que puede provocar el rechazo y retraso del tratamiento de quimioterapia.
La quimioterapia ataca a las células que se dividen rápidamente, como las células cancerosas. Pero esta propiedad no es exclusiva de las células cancerosas, pero también la tienen otras células de nuestro organismo, como las células del pelo.
La caída del pelo debida a la quimioterapia se produce fundamentalmente por dos mecanismos:
1. Impidiendo la división de los queratinocitos (células del pelo) en la matriz del folículo piloso de forma severa, esto produce que el cabello se separe en el bulbo y se desprenda. A este proceso se le denomina efluvio anágeno.
Dependiendo de la toxicidad del fármaco, dosis y esquema de administración, el efluvio anágeno puede ser severo, con una rápida caída del cabello, pero con un rápido crecimiento, o puede ser parcial, efluvio anágeno distrófico, con una caída lenta y también un retraso en el crecimiento del cabello.
2. Produciendo un adelgazamiento del tallo del cabello, lo que puede ocasionar que el cabello se rompa en el orificio folicular.
Los tratamientos empleados contra el cáncer son muy diversos, al igual que sus efectos secundarios. Aunque la alopecia es un efecto secundario común a muchos de estos tratamientos, su severidad y la rapidez con que se produce depende de varios factores:
Algunos citostáticos causan una alopecia más severa que otros, como puede ser la doxorrubicina y el docetaxel comparados con otros que la producen de forma más leve, como la vinorelbina oral, la ciclofosfamida o las terapias dirigidas contra dianas moleculares (palbocilib, erlotinib, sunitinib…).
Los esquemas con dosis altas, intravenosos, y de administración intermitente, y aquellos que combinan varios fármacos, ocasionan una alopecia más severa y de rápida aparición. Habitualmente comienza a las dos semanas después de la primera administración y al final del segundo ciclo ésta es prácticamente completa.
Sin embargo, fármacos a dosis bajas, de administración oral, y aquellos cistostáticos intravenosos de pauta semanal, suelen producir una alopecia de menor severidad y de inicio más lento y progresivo.
Habitualmente el cabello vuelve a salir cuando se suspende el tratamiento. Esto es debido a que la quimioterapia actúa sobre las células en proliferación, y no afecta a las células madre del bulbo que son las responsables del crecimiento folicular.
El folículo piloso recupera su ciclo de crecimiento varias semanas tras la suspensión del tratamiento y la recuperación del cabello se hace visible en 3 – 6 meses. Si embargo, se ha descrito alopecia parcial permanente tras la administración de algunos citostáticos, como el docetaxel, aunque su frecuencia es baja
Existen gorros de frío para prevenir y reducir la severidad de la alopecia ocasionada por la quimioterapia, con una mayor evidencia en pacientes con cáncer de mama tratados con regímenes de quimioterapia con antraciclinas. Sin embargo, su eficacia es variada: menos del 50% de los pacientes conservaron al menos el 50% del cabello.
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Artículo redactado y validado por:
Dra. Natàlia Eres
Oncóloga Médica del área de Ecomedicina y Oncología holística. Directora del Instituto Imohe.
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