Desde el lenguaje más coloquial, tenemos normalizadas frases del tipo: “tienes que ser positivo”, “es muy importante que tengas una actitud positiva” y un sinfín de comentarios similares.
Sin embargo, desde la psicología esto no es tan fácil y, por supuesto, no es tan literal. Así que vamos a empezar describiendo qué es la Psicología Positiva y también, qué no es.
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¿Qué es la Psicología Positiva?
La Psicología Positiva es, según Martin Seligman (2000) “…el estudio científico de experiencias positivas, rasgos individuales positivos y las instituciones que facilitan el desarrollo”. Por esto, la psicología positiva se ha introducido en diferentes campos como escuelas o empresas.
Desglosando bien esta definición, podemos ver que se trata del estudio de fenómenos y momentos considerados positivos, los rasgos positivos estables de las personas y los elementos institucionales que permitan potenciarlos.
Es decir, las experiencias agradables, las fortalezas de cada ser humano y los organismos que permiten desarrollar ambos aspectos.
¿Y qué no es?
La Psicología Positiva nada tiene que ver con la Psicología de la Felicidad, con un positivismo tóxico que poco a poco, a nivel social, está más extendido y hace también más daño.
“Positivo” en este caso, no es sinónimo de esto, sino de “agradable, bienestar y equilibrio”.