El cáncer de páncreas o cáncer pancreático se origina cuando las células de la glándula pancreática crecen sin control. Los tumores de páncreas más frecuentes son los adenocarcinomas, seguidos de tumores menos frecuentes como los tumores neuroendocrinos. En el 60% de los casos el cáncer de páncreas se origina en la cabeza del páncreas y de forma menos frecuente se puede originar en el cuerpo o la cola del páncreas. El adenocarcinoma es una neoplasia muy agresiva con una alta tasa de mortalidad. En la mayoría de los pacientes esta enfermedad se diagnostica en etapas avanzadas. El síntoma más frecuente en el momento del diagnóstico es la ictericia o coloración amarillenta de la piel.
La causa del cáncer de páncreas es desconocida. Existen factores que se han asociado con un incremento en el riesgo de desarrollar este cáncer:
El páncreas es una glándula que forma parte del aparato digestivo y sus funciones son producir enzimas, que ayudan a digerir las proteínas, grasas y carbohidratos, así como secretar diversas hormonas como la insulina. El cáncer de páncreas se produce cuando las células de esta glándula se dividen sin control. Existen diferentes tipos de cáncer de páncreas pero el más frecuente es el que proviene de las células que forman los conductos pancreáticos.
El inicio del cáncer de páncreas en ocasiones no se acompaña de síntomas por lo que es habitual que la enfermedad se diagnostique cuando está extendida a otros órganos. Los síntomas más frecuentes asociados al diagnóstico de cáncer de páncreas son: pérdida de peso, dolor abdominal que se irradia a la espalda o coloración amarillenta de la piel y mucosas.
El diagnóstico se inicia en la mayoría de casos con un TAC de abdomen que muestra la lesión en páncreas y en ocasiones en otras localizaciones si el cáncer está extendido. Posteriormente, para confirmar el diagnóstico de sospecha se debe obtener una biopsia de la lesión que será evaluada al microscopio por el patólogo que informará del tipo de cáncer.
El tratamiento del cáncer de páncreas localizado es la cirugía. En la mayoría de las ocasiones, posterior a la cirugía se realiza quimioterapia y, menos frecuentemente radioterapia, para reducir el riesgo de recidiva de la enfermedad. A veces, el cáncer está localizado en el páncreas pero no se puede extirpar de forma completa con la cirugía de entrada, por lo que es habitual realizar tratamientos previos con quimioterapia y/o radioterapia para intentar reducir el tamaño del tumor.
El cáncer de páncreas que se ha extendido a otros órganos se trata fundamentalmente con esquemas de quimioterapia.
El cáncer de páncreas es muy agresivo y las posibilidades de curación son bajas. La probabilidad de supervivencia a los 5 años tras el diagnóstico para los estadios localizados es aproximadamente de un 10-30%, mientras que es inferior al 5% para los tumores que se han extendido a otros órganos.
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