A todos nos gusta disfrutar de un día soleado, paseando bajo el sol, o darnos un chapuzón en la playa o en la piscina. Sin embargo, los pacientes que se encuentran bajo un tratamiento oncológico deben extremar las precauciones y tener especial cuidado con la exposición solar.
Los tratamientos contra el cáncer pueden causar alteraciones en la piel, que se denominan efectos secundarios cutáneos. Estos efectos secundarios son relativamente frecuentes, pudiendo afectar al 60 % de los pacientes.
Estos cambios en la piel son variables; dependerán del tipo de tratamiento oncológico que se esté recibiendo y de la reacción de cada paciente a este tratamiento. Entre los cambios cutáneos que los tratamientos contra el cáncer pueden provocar están; sequedad de piel, picor, enrojecimiento y erupción cutánea.
Otros de los efectos secundarios frecuentes son la hiperpigmentación (manchas oscuras irregulares) y la aparición de acné. Habitualmente estos cambios mejoran o desaparecen cuando se suspende el tratamiento.
Otro de los efectos secundarios frecuentes a muchos tratamientos administrados contra el cáncer, y particularmente los administrados contra el cáncer de mama es la fotosensibilidad, es decir, la piel se vuelve más sensible y vulnerable a la exposición solar. Incluso una exposición a niveles bajos de rayos UV puede producir quemaduras solares o empeorar los cambios cutáneos producidos por la quimioterapia como la hiperpigmentación.
Debido a estos efectos secundarios cutáneos y a la fotosensibilización, es aconsejable evitar la exposición solar, especialmente entre las 10-16 hs, y aplicarse de manera frecuente, renovándola cada dos horas, una crema fotoprotectora hipoalergénica con al menos un SPF 50+.
Estos cuidados cutáneos son aconsejables también en días nublados o aunque estés en el interior, ya que las nubes y los cristales no bloquean los rayos UVA. Estos cuidados debes mantenerlos durante el tratamiento de quimioterapia, así como durante el año siguiente tras su finalización.
Otro de los tratamientos frecuentes contra el cáncer es la radioterapia, es decir, administrar radiaciones ionizantes en zonas concretas del cuerpo. Este tratamiento produce frecuentemente una inflamación y ocasiones aparición de una quemadura en la zona de la piel radiada. Por ello, debes evitar exponer al sol la zona de la piel radiada y protegerla con crema fotoprotectora de no menos de un factor 50. También debes evitar una exposición directa al sol hasta 1 año después de dicho tratamiento.
En España tenemos la suerte de disfrutar de muchos días soleados, y por ello podemos beneficiarnos de sus efectos. En pequeñas dosis tienen un efecto beneficioso en:
– Síntesis de vitamina D: esta vitamina se produce en nuestro organismo por la exposición solar. Una de sus funciones principales es permitir la fijación del cálcio en los huesos. Para producir la cantidad necesaria de vitamina D, solo es necesario una exposición de 15 min al día
– Mejora el estado anímico: es bien conocido el efecto positivo del sol en el ánimo, mejorando algunas situaciones de depresión estacional.
– Aplicarse una crema de protección solar con al menos un SPF50+ y renovar su aplicación cada 2 horas.
– Evitar exponerse al sol ente las 10 y las 16 hs.
– Usar cremas hipoalergénicas y testadas dermatológicamente .
– Proteger la piel, cubriéndose con tejidos naturales como el algodón, sombreros de ala ancha, gorras…
– Buscar la sombra.
Artículo redactado y validado por:
Dra. Elena López Miranda
Oncóloga Médica del Hospital Ramón y Cajal. Coordinadora de la Sección de cáncer de mama y tumores.
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